domingo, 17 de abril de 2016

EL PASO DEL CICLÓN DE 1918 POR LA BAJA CALIFORNIA

    

      En nuestro estado de Baja California Sur es cosa común el acercamiento y paso de ciclones tropicales durante el verano e inicio del otoño, como hemos comentado en otros lados, estos tienen gran influencia sobre las condiciones de vida en el agreste y seco medio peninsular, sin las lluvias que aportan difícil sería mantener núcleos poblacionales, son de un gran beneficio. Desgraciadamente, cuando el sudcaliforniano no toma las medidas pertinentes, es cuando estos benefactores pueden trocarse en desgracias, donde los beneficios pueden ser menores a los daños y, lo más lamentable, esos daños pueden significar la pérdida de vidas humanas. 

    Los ciclones tropicales  son de los eventos meteorológicos de mayor capacidad destructiva en nuestro planeta, pues llegan a combinar lluvias torrenciales con vientos intensos, además de inmensas marejadas que pueden destruir pueblos y ciudades en la línea de costa cercana al impacto. El principal factor para medir la intensidad de un ciclón es, básicamente, la fuerza de los vientos que sostiene cerca de su centro. Recordemos que los huracanes en el hemisferio norte hacen el giro sobre su eje en sentido contrario a las manecillas del reloj, este giro provoca que la zona central del sistema forme un espacio bien definido de baja presión, con ausencia de nubes y en calma, denominado ojo; esta es la zona nucleogenética de los ciclones pues controla el movimiento del ciclón y participa en su mayor parte de la "absorción" de calor necesario que asciende y se distribuye por todo el ciclón, incrementando su potencia. 

   Uno de los más potentes y desastrosos ciclones que han tocado el sur de la península californiana, hoy nuestro llamado estado de Baja California Sur, fue el ciclón que golpeó sudcalifornia del 15 al 17 de septiembre de 1918, hace casi un siglo. Después del ciclón Liza de 1976, es éste ciclón sin nombre del año de 1918, el segundo ciclón que ha dejado más víctimas a su paso por estas tierras pues se habla que fueron 25 víctimas mortales, y todas fueron en San José del Cabo.

    Históricamente hay poca información sobre los ciclones en nuestra media península, yéndonos más atrás unos 30 años en el tiempo, es muy complicado conocer las tormentas tropicales y ciclones que nos han afectado; ha faltado una socialización del conocimiento en este aspecto, el gobierno de México desde finales del siglo XIX tiene un área de meteorología que atiende e informa sobre este tipo de fenómenos pero, desgraciadamente, la información no llega al común de la población a veces ni en el momento mismo de su generación, cuando el fenómeno está en desenvolvimiento y ponen en peligro a la población, mucho menos se ha hecho la historiación y difusión social de los datos. Contrario a ese auto desprecio de los hechos en nuestro país, han sido los Estados Unidos los que mantienen un registro consecuente de las tormentas tropicales y huracanes en nuestra zona del Pacífico nororiental. Para efectos de enriquecer este trabajo sobre el huracán de 1918, hemos echado mano del importante informe que sobre el mismo escribió en el Monthly Weather Review, Franklin G. Tingley, meteorólogo de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA)y que se publicó en Washington durante enero de 1919.

   Tingley afirma que fue durante los días del 14 al 17 de septiembre de 1918 en que este huracán surcó las aguas del Pacífico mexicano, internándose a la media península por San José del Cabo y continuando hacia el norte, pasando por tierra muy cerca de la ciudad de La Paz, trayectoria que dibuja Tingley en el mapa que se muestra arriba, y en la cual se aprecia un recorrido muy parecido al del muy recordado y reciente potente huracán Odile. Tingley recoge los informes de dos embarcaciones que se encontraron al huracán de 1918 en mar abierto. El primer navío que cita información es el del barco Delagoa, de bandera danesa y un peso de 3, 541 toneladas. El informe de ese primer encuentro que hace el capitán Hansen son transcritos por Tingley para documentar su informe. En ellos da cuenta el capitán que se encontraron con el huracán en 19° grados latitud norte y 106° longitud oeste,  estas coordenadas son en mar abierto a unos 170 kilómetros al oeste del puerto de Manzanillo, Colima.  El 14 de septiembre desde el Delagoa comenzaron a sentir la elevación del oleaje de rumbo este sureste y para la medianoche el viento ya se incrementaba a casi 20 km/h; en la madrugada del día 15 el viento del noreste fue en incremento hasta llegar a los 100 km/h, con la nubosidad y lluvia característica del acercamiento de un ciclón; para las seis de la mañana el viento ya rebasaba los 120 km/h, lo cual colocaba al barco bajo los efectos de un huracán en toda su magnitud.  En punto de las 8 de la mañana el viento fuerte siguió aumentando, por la descripción que hace el capitán de estar bajo "un huracán violento" debemos suponer que era un huracán mayor, de lo que hoy se conocería en la escala de huracanes Saffir-Simpson como un Categoría 3 por lo menos. Señala el informe que el mar subió increíblemente del sureste, los chubascos eran torrenciales con olas que rompían muy alto y el barco estaba totalmente a la deriva recibiendo severos golpes del agua en el casco de la nave. Para las 10 de la mañana notaron que, el centro del huracán, les pasaba por el este, dirigiéndose dicho fenómeno rumbo al norte, esto les dio pie a intentar dirigir la nave hacia el sur para escapar de la tormenta, el viento comenzó a cambiar de dirección, primero viniendo del norte y noroeste, para después soplar al oeste, y a la una de la tarde del suroeste. En este tiempo se registró la presión mínima de 975 hectoPascales, lo cual es característico de un huracán categoría 2, aunque la medida que determina hoy en día la clasificación de la intensidad de un huracán es la fuerza de sus vientos.

   Hubo otro barco que se encontró cerca del huracán y reportó algunos datos, fue el Ciudad de Para, el cual cubría la ruta del canal de Panamá hacia San Francisco; cuenta su capitán G. McKinnon que el 16 de septiembre se encontraban en 22° latitud norte y 110° longitud oeste, esto es a unos 100 kms. al sur de Los Cabos, los efectos que ellos sintieron en la noche del 16 al 17 de septiembre fueron una presión atmosférica de 993 Hpa. y un viento de 80 km/h del oeste-noroeste. Esto es que el huracán pasó al lado de derecho (este) de la embarcación, por la trayectoria del ciclón que era hacia el noroeste y que la parte más potente del ciclón ya había tocado el sur de la península bajacaliforniana, el barco Ciudad de Para no sintió el golpe del huracán desde todos los cuadrantes, es decir no estuvo tan cerca del centro del ciclón como el Delagoa, más sin embargo alcanzó a ser golpeado por el cuadrante suroeste del ciclón con una fuerza de tormenta tropical. Como diríamos en el argot choyero sobre ciclones, les tocó la pura "colita".

   Estos interesantes datos de la navegación marítima nos sirven para conocer en gran medida de la potente dimensión del huracán, el cual comenzó a golpear San José del Cabo con toda su furia durante la tarde del día 16 de septiembre para durante la madrugada enfilarse sobre tierra hacia la ciudad de La Paz. Aquí es importante compartir el informe que envió a su país el consul estadounidense B.F. Yost, quien se encontraba en Santa Rosalía, según mis rudimentarios conocimientos del idioma, traduciendo el informe citado la narración sería la siguiente:

    El mayor daño hecho en La Paz es para las embarcaciones; cada barco en la bahía fue volado sobre la playa, más o menos todos fueron dañados y unos totalmente arruinados. Como La Paz es principalmente comunidad marítimo, muchas personas tenían todos sus ahorros invertidos en pequeños balandros usados en el cabotaje. algunos de estos navíos  fueron totalmente destruidos, mientras los otros que quedaron ha sido imposible de repararlos hasta ahora debido a la ausencia total de los materiales necesarios, como la estopa, hojas de cobre, y clavos de cobre.




     El resultado es que la mayor parte de los navíos están todavía sobre la playa y en espera de ser reparados antes de que puedan ser puestos a flote de nuevo. El daño en La Paz y sus alrededores probablemente alcanzará un total de 200, 000 pesos. El viento del norte y el noreste fue el que hizo el mayor daño. El vapor americano Sun Gabrien, en marcha para La Paz sobre aquel tiempo, con una carga general grande, ha fallado en llegar, según cuentan los periódicos. Otro vapor americano, el Coos Bahia, con rumbo hacia San Francisco, es dado por perdido con todo a bordo. Otros navíos que habían sido reportados perdidos, gradualmente se ha estado teniendo noticias de ellos. 
   
    Los informes de San José del Cabo indicarían que la tormenta fue sumamente severa allí. Pequeños arroyos se hicieron torrentes furiosos, arrasando todo en su camino y dejando casas y árboles en el mar. Muchas personas perdieron sus vidas ahogados o por caída de árboles, el número de muertos hasta ahora se considera que es de 25. San José es el centro de la industria de caña de azúcar, cuya cosecha sufrió un daño considerable; otras cosechas han sufrido en la misma proporción. Las comunidades de Santiago, Miraflores, y San Bartolo San fueron golpeadas con severidad por la tormenta, aunque ninguna muertes haya sido reportada de aquellos sitios. Sin embargo, mucho daño fue hecho a las cosechas recientes. En El Triunfo la tormenta era claramente menos violenta, pero aproximadamente 20 pulgadas de precipitación fueron cuantificadas. Muchas casas fueron arruinadas y la mayor parte de los techos volaron. Casi todos los edificios sufrieron algún tipo de daño.

    De toda la información disponible, es fácil de afirmar que la tormenta parece haber sido limitada a la parte del sur de la península, que fue muy dura, como huracán, en el Distrito de San José del Cabo, y probablemente alcanzó gran fuerza en alguna distancia en el mar adentro. Esto alcanzaría una muy pequeña parte al noreste y al oeste de La Paz. Los efectos de la tormenta en Mazatlan, Altata, y Guaymas no fueron tan sensibles, pero una marejada y viento pesada del sudoeste fue sentida. 


    En Santa Rosalía muy poco viento fue registrado, y este nunca alcanzó la velocidad de una tormenta. una marejada pesada del sudeste ha continuado durante dos días sin hacer cualquier daño material, excepto el lado de un pedazo de muelle de la Compañía Boleo que embarca en esta parte del Golfo fue algo trastornada. Se pensaba que 11 barcos alemanes que navegaban cerca, y fueron anclados en Santa Rosalía, podrían sufrir daño, pero ellos soportaron la corriente marina en buenas condiciones.  


El daño total causado en el área afectada por el ciclón, sin contar los barcos perdidos en el mar, puede ser estimado en aproximadamente medio millón de pesos.


    Existe otra información al respecto, esta fue realizada en el año de 1929 en la publicación Monthly Weaher Review, editada por Alfred J Henry, y en la que se da cuenta de 18 ciclones tropicales de tamaño considerable que afectaron al Pacífico nororiental de 1895 a 1928. Este informe es importante porque habla de que el huracán de 1918 no tocó tierra sudcaliforniana en el sur, sino que rozó por el este Los Cabos, por el golfo de California, pegándose a la costa, pasando a unos 50 kms. al este de Cabo Pulmo, a unos 40 kms. al este de La Paz, para después perder fuerza y tocar tierra ya debilitado en un punto un poco al sur de Loreto. En el siguiente mapa hemos resaltado la trayectoria que señala la publicación de Alfred J. Henry que examinamos:



    Esta versión del paso paralelo a la costa sudcaliforniana tiene sentido si pensamos que el reporte de destrozos en La Paz que presentamos afirma que la ciudad capital resintió el viento más fuerte del norte y noreste, de haber tocado tierra en San José primero, entonces los ataques más fuertes a la ciudad de La Paz se hubieran dado por el este y luego el sureste; otro punto importante es la información que remite el barco Coos Bahia, el cual, por las coordenadas que señala y la hora en que se encontraba ahí, entonces debía haber recibido mucho más intenso el temporal, como de un huracán y no como tormenta tropical como reportó. Además la investigación de Henry es 11 años después del huracán cuando se tenían más datos del evento que en 1919 año en que salió el informe de Tingley. Estos tres hechos respaldan la versión de que el ciclón no tocó tierra en Los Cabos sino que siguió de largo pegado a la costa. Sin embargo, hay una cuestión importante que le da solidez a la posible trayectoria que nos ofrece Tingley en su mapa de 1919, y esto es la inmensa destrucción de San José del Cabo, la cual hubiera sido difícil ver si el huracán hubiera pasado a unos 100 kms. de la ciudad como sugiera Henry en 1929.

    En su libro de Historia cultural e imágenes de San José del Cabo, la Dra. Edith González Cruz, el Dr. Luis Arturo Torres y el Mtro. Ignacio Rivas Hernández, publicaron un informe del presidente municipal del citado pueblo en esa época, Rodrigo A. Castro, al entonces Gobernador del Distrito Sur de la Baja California y señala lo siguiente:

    En la mañana del 17 se nos presentó en general un cuadro de miseria y de ruina, la agricultura terminada por ocmpleto, árboles, palmeras, plantíos de caña y demás que había en las huertas todo destruido; el arroyo nos trajo una avalancha de agua que llevó consigo en su impestuosidad algunas víctimas...; las conocidas hasta este momento son: dos, en este lugar: tres, en el pueblito de San José Viejo; cinco, en el de Santa Catarina: una el de las Ánimas; otra en el rancho de los Encinitos, estos muertos por habérseles caído las casas encima; y además se encontró el cadáver de una señora y el de una niña en un punto de la costa llamado La Salina, al Este del puerto; agregando que resultaron muchas personas lesionadas en distintas formas, algunas de ellas bastante graves. Las casas en genera de todos estos lugares, destruidas quedando muy contadas en pie algunas. El cuadro de miseria es tan desastroso que todas las clases sociales, en una palabra, están incapacitadas de reconstruir o reparar sus hogares. La iglesia de este lugar completamente destruida; las torres y estación inalámbrica totalemtne destruidas; los edifcios escolares de toda la municipalidad destruidos: la casa municipal amenazando ruina por hacerse cuarteado la torre del reloj público que se desplomará de un momento a otro y trayendo el consiguiente peligro de trabajar allí en las oficinas de la Tesorería y Secretaría, sus tapias, cárcel pública derrumbados; el rastro municipal, la estación del agua potable, el Jardín público, todo destrozado totalmente. El juzgado Menor y la Aduana Marítima, con muchos desperfectos. El comercio sufrió enormes pérdidas, las bodegas con depósitos de mercanciás y víveres derrumbados casi por completo, quedando muy pocos víveres que pudieron salvarse.

     Ni la solidaridad de algunos comerciantes locales al proveer de manera gratuita de alimentos a la población, ni los esfuerzos del Ayuntamiento ni del propio Gobierno del entonces Distrito Sur de la Baja California, fueron suficientes para contener la situación de desesperación y desamparo que se presentó en los días posteriores al paso del huracán. Gran parte de las viviendas fueron destruidas y la infraestructura urbana fue severamente afectada, los caminos estaban intrasitables y , como menciona el entonces alcalde en su misiva, se derrumbó la torre inalámbrica que comunicaba con La Paz y el resto del Distrito Sur peninsular, además de las escuelas destruidas, la torre del reloj terminó viniéndose abajo días después, afectando la Presidencia municipal. Hay una foto que deja ver la magnitud del desastre en toda su crudeza, y esta es la de la Iglesia del pueblo totalmente desmoronada, el edificio comenzó a ser levantado en el año de 1730 por el padre Javier Nicolás Tamaral (1687-1735), de la orden jesuítica. Es así que la edificación de la que hoy se conoce como la misión josefina pertenece al siglo XX.




    Sin duda los daños que dejó el cicló de 1918 fueron catrastróficos e históricos, también los datos meteorológicos nos hablan de cuestiones históricas, por ejemplo de que El Triunfo recibió más o menos 508 milímetros de precipitación durante el paso del huracán. Cantidad excepcional de lluvia que sólo ha sido recibida en nuestra media península tras el paso o máximo acercamiento de huracanes mayores. Todos estos datos nos llevan a pensar que el de 1918, es altamente probable que se tratara de un huracán cat. 3. Integrándose a la lista de huracanes mayores que han tocado tierra en Sudcalifornia durante los últimos cien años: el ciclón de 1918, el de 1941, Olivia en 1967, Kiko en 1989 y Odile en 2014. Aventurándonos en la especulación, podríamos postular que Baja California Sur, recibe en promedio 5 huracanes mayores por siglo, uno cada veinte años; otro dato bastante interesante, que nos podría sugerir cierta regularidad en el paso de estos monstruos por nuestra tierra.
     


  


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