sábado, 19 de agosto de 2017

FERNANDO CONSAG: UN SABIO EXPLORADOR DE LA CALIFORNIA




Ferdinand Konščak (españolizado Fernando Consag) fue un misionero jesuita que nació en 1703 Varaždin, ciudad del entonces Imperio Austroúngaro, y murió en la Misión de San Ignacio Kadakaamán, California, entonces virreinato de la Nueva España en 1759. No solamente fue religioso, en Europa estudió filosofía, gramática y teología, llegando a ser profesor y poeta (se le publicó un libro de poesía llamado "Nagadia Versibus Latinus". En la California fue padre, misionero, consejero, pedagogo, escritor, explorador, cartógrafo, ingeniero de obras, agricultor y hasta albañil, pues a su voluntad y trabajo se debe el hermoso templo misional de San Ignacio, del cual él mismo comenzó su construcción apoyado por sus indígenas cochimíes. También a este religioso, nativo de la hoy república de Croacia, se le deben las primeras obras de irrigación, acueductos y acequias de San Ignacio, donde trasportó tierra, realizó obras de contención para poder llevar a cabo sementeras que, en algún tiempo, le dieron buenas cosechas: trabajó poco más de dos años y medio en terraplenar los alrededores del templo misional construyendo dos presas de cal y canto con las que contenía las fuertes avenidas de agua, logrando acumularla para tiempos más secos. En 1754 el paso de un potente ciclón acabo con todas las obras, sembradíos y viñedos que con tanto esfuerzo habían logrado consolidar, y que hicieron de la Misión de San Ignacio, durante mucho tiempo, una de las más abastecidas y con producción tan buena que también socorría a otras misiones con alimento excedente, incluso a Sinaloa y la Pimería en algunas ocasiones envió provisiones cuando aquellas zonas se vieron necesitadas.


Al llegar a la California en 1730, Consag fue enviado setenta leguas al norte de Loreto a relevar al padre Sebastián de Sistiaga en la Misión de San Ignacio. Desde este punto forjó su leyenda como uno de las sobresalientes exploradores de California, primeramente hizo algunos viajes al sur de la península para levantar cartografía, desafortunadamente no contamos con datos sobre sus actividades en el sur; de lo que sí queda constancia es de sus viajes al norte, pues sus superiores le encargaron en el año de 1746 que emprendiera rumbo hacia el norte, buscando fundar nuevas misiones, reconocer las costas y la tierra pensando en que la California se conectase aguas arribas con la Pimería, es decir, aún se tenían dudas acerca de la peninsularidad de California. Sale el 9 de junio de 1746 de las playas de San Carlos a, como el mismo dice, "mares y costas incógnitas pobladas sólo por bárbaros".

Triplo latior et amplius descripta hic California est, quam re ipsa sit, ut  scilicet aspectui melus pateret hinc Scala horaria metiendae secundum longitudinem tantum Californiae servit, non secundum latitudinem omissi etiam funt longitudinis gradus, eo quod incerta illa adhoc sit.

"Esta reproducción de la California ha sido triplemente ampliada, y volviéndose en sí misma, de este modo más abierto puede sin duda, ser mejor vista. Se ha dejado fuera de aquí la escala horaria que sirve para medir la longitud de California, pero no la que sigue la latitud. Se omite pues lo que son los grados de la longitud, ya que hasta hoy es incierto sobre ellos."

domingo, 30 de julio de 2017

¿POR QUÉ EN LA PAZ HAY DOS CALLES ILDEFONSO GREEN?

Por Luis Dominguez Bareño

El Reglamento de nomenclatura, monumentos y placas conmemorativas del municipio de La Paz no contempla la posibilidad de que dos calles tengan el mismo nombre en una localidad, el reglamento indica expresamente que en toda imposición de nomenclatura, sea nueva o un cambio que se quiera hacer, sea el de un nombre que no esté ya utilizado en otra calle de la misma localidad. 

    En la ciudad de La Paz tenemos el excepcional caso de que dos calles, en dos colonias de diferente rumbo, compartan la nomenclatura de Ildefonso Cipriano Green Ceseña. En la colonia San Pablo Guelatao, la calle Ildefonso Green empieza en el arroyo del Cajoncito y termina 500 metros después en el entronque con Margarita Maza de Juárez y la subida al cerro "El Cardón". La otra calle Ildefonso Green de la ciudad empieza justo a espaldas del nuevo Benemérito Hospital Juan María de Salvatierra en la Col. Revolución, su inicio es en entronque con Carabineros, pasa por detrás de la escuela secundaria Humberto Muñoz Zazueta, se encuentra con el blvd. Francisco J. Mújica, para terminar en la unión con la calle Petronilo Flores donde comienza un enorme terreno baldío que separa la Col. Santa Mónica de la Col. Civilizadores, cerca de la desembocadura donde se juntan los arroyos El Cajoncito y El Piojillo, una longitud total de 1.1 kms. tiene esa calle Green Ceseña de la Col. Revolución. 






viernes, 28 de julio de 2017

MAPA DEL TERRITORIO DE LA BAJA CALIFORNIA EN EL AÑO DE 1900

La geografía importa, y en el caso de nuestra California, hoy malamente llamada península de "Baja" California , importa mucho mas. Las características  fisicas de nuestra península han condicionado la vida en ella, la de la flora, la fauna y la de los mismos hombres. La insularidad es el rasgo geográfico más sobresaliente en nuestra condición, estar rodeados de mar condiciona y mucho, nos ata a un espacio terrestre autocontenido que hace primordial la comunicación vía marítima con otros puntos.




jueves, 27 de julio de 2017

MANUEL MÁRQUEZ DE LEÓN SUDCALIFORNIANO ILUSTRE


127 ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL GENERAL MANUEL MÁRQUEZ DE LEÓN SUDCALIFORNIANO ILUSTRE

Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres, La Paz, Baja California Sur, a 27 de julio 2017

Discurso 127 Aniversario Luctuoso del Gral. Manuel Márquez de León

El Gral. Manuel Márquez de León nace en el año de 1822 en el sur de nuestra península californiana. Desde muy joven se enrola en la Marina nacional y comienza su vida en la milicia, presente en Sinaloa cuando se combate a los invasores norteamericanos en 1848, logra salir airoso en varias batallas. Después de que México perdiera esa guerra y, en consecuencia, la mitad de su territorio, Márquez se dedica a trabajar en el gobierno nacional, siendo representante de la Secretaría de Fomento en la península. Cuando en 1856, los intereses extranjeros nuevamente pusieron sus ojos en el objetivo de seguir desmembrando a la nación mexicana, Márquez viene a La Paz en auxilio de las autoridades locales y, con ayuda de las tropas de su sobrino Clodomiro Cota, logran controlar a los filibusteros que eran encabezados por Napoleón Zermann y los mandan presos a la Ciudad de México. A partir de 1855 Márquez es electo diputado local por la Baja California y ocupa su cargo en el congreso federal al año siguiente. Es en esas estancias en la capital donde Márquez se hace compañero de los liberales mexicanos, visita regularmente al secretario de Fomento Lerdo de Tejada, así como se dedica a sostener debates con otros prominentes liberales de la época.

    Márquez de León no firma la Constitución liberal de 1857 porque se trasladó al norte del país a contener algunas revueltas conservadoras, así se le pasa varios meses en el norte y occidente, principalmente en Sinaloa donde logra ser elegido Vicegobernador en 1861; al marchar el Gobernador, Gral. Plácido Vega, hacia Sonora, Márquez de León queda encargado de la gubernatura de Sinaloa en noviembre de 1861, desde donde ayudó como pudo a los liberales californianos en la lucha contra la reacción conservadora. Al presentarse la invasión francesa a partir de 1862, Márquez se encuentra en la línea de batalla en el ejército de Oriente en Puebla donde traba amistad con Porfirio Díaz, en ese entonces el Presidente Benito Juárez tiene algunos encuentros con Díaz y Márquez, el californiano aporta sus puntos de vista militares para combatir a los franceses.

    Juárez conociendo las capacidades de Márquez lo envía al norte, le pide encargarse del gobierno de Sinaloa antes que los caudillos de la zona sigan acabando con lo poco que existe para hacer frente a los invasores. Al hacerse cargo del gobierno y poner bajo control la plaza, entonces marchará a Durango donde también es nombrado jefe político y militar, luchando contra las tropas francesas que avanzaban sobre la Sierra Madre Occidental. Márquez se repliega al norte, como Juárez, y resisten los embates cerca de la frontera con los Estados Unidos; de alguna manera logra encontrarse con Porfirio Díaz y marchan hacia el Bajío ante la retirada de los franceses. Participa en el sitio de Puebla donde el Gral. Mariano Escobedo logra apresar a Maximiliano.

    Al terminar la guerra y ser condecorado, Márquez sigue fiel al bando porfirista. Se levantan en armas contra Juárez con el plan de La Noria al sentir que aquel traicionaba los principios liberales por los cuales tanto habían combatido a su lado. Juárez se impone pero al poco tiempo un infarto segará su vida. No será hasta 1876 que Díaz logre acceder a la presidencia de la república.

    Esperando los más altos honores de su compadre don Porfirio Díaz, Márquez comienza a desencantarse de aquel héroe que tanto respetaba al no recibir el puesto que buscaba, sino uno inferior, como administrador de la aduana de Tepic.

    Pero había más razones que ambiciones en el desencuentro de Díaz y Márquez, en el californiano privaba el enfado por la falta de cumplimiento del Plan de Tuxtepec, el cual señala que la Baja California tendría un estatuto orgánico que organice su vida política. Es la falta de respeto de Díaz ante sus compromisos lo que exaspera al californiano, al punto de que, poniéndose de acuerdo con varios militares y políticos en varios lugares del país, planea una revuelta que imponga realmente los principios por los que ha combatido históricamente el liberalismo mexicano. Pero cuando Márquez intenta conseguir lo necesario para armar la revolución esta es descubierta tanto aquí como en Sinaloa, no queda más que estallarla a pesar de lo desventajoso de hacerla sin tener listos todos los apoyos de la contracosta. Y aún con tales vicisitudes logran poner bajo su mando a la Baja California, derrotan a los federales en La Paz y los hacen huir a Mazatlán, casi dos meses tuvo Márquez el control político de la península californiana. Hasta que debió huir hacia el norte en busca de armas y pertrechos. Contó muchas bajas por el camino, al regresar al país por Sonora se apoderó de varios pueblos, pero la respuesta del gobierno de Díaz fue severa. Se combatió ferozmente la revuelta marquista, hasta hacerlo retroceder para internarse de nuevo en territorio estadounidense.

    Sería hasta 1884 que el General Márquez puede regresar al país, muriendo en la Ciudad de México precisamente un día como hoy del año de 1890.

    Manuel Márquez de León no sólo fue un soldado, no sólo fue un político, también actuó como un científico, como un pensador, como un filósofo y es reconocido como uno de los más grandes líderes de nuestro pueblo. Su interés por la ciencia y el conocimiento de nuestra península fue aparejado por su lucha política, con la pluma y con las armas, un gran mexicano sí, pero un mexicano que anteponía su patria chica ante los intereses nacionales. Le tocó vivir en momentos cruciales de la historia de nuestro país y de nuestra amada California original, donde estuvo en juego incluso la integridad del propio territorio. Pero Márquez no se dobló, incluso ante la falta de apoyos desde el centro del país, fueron varias las ocasiones que aportaba de su propio patrimonio para tener los medios materiales para defender la integridad de la Baja California. Qué gran ejemplo nos ha dejado con su amorosa obra de desprendimiento, los sudcalifornianos nunca debemos olvidar la puntual lección de este hombre: de que aún reducida a sus propios recursos, la Baja California puede salir adelante, sólo falta educarnos en el empeño y la gallardía, en el coraje de la verdad que pregonaba Márquez, sólo así nuestra península, como él decía, “se salvará de la ruina” porque es de esperarse que aún existan sudcalifornianos que “sientan arder en su pecho el fuego del amor cívico a esta tierra”.

Muchas gracias.





lunes, 26 de junio de 2017

TRICENTENARIO MUERTE DE JUAN MARÍA DE SALVATIERRA

TRICENTENARIO DE LA MUERTE DEL PADRE JUAN MARÍA DE SALVATIERRA Y VIZCONTI


GRUPO CALIFORNIOS AMIGOS DE LA HISTORIA Y LOS ESTUDIOS LOCALES (CAHEL, A.C.) INVITAN A LA PRIMERA SEMANA DE HISTORIA.



lunes, 29 de mayo de 2017

PRESENTACIÓN "ACONTECERES DE BAJA CALIFORNIA SUR"

Presentación del libro “Aconteceres de Baja California Sur”, edición del XV Ayuntamiento de La Paz, autor: Profr. Leonardo Reyes Silva

Museo de Historia Regional, La Paz, Baja California Sur, 25 mayo 2017




El profesor Leonardo Reyes Silva ya camina despacio, pero su mente sigue acelerada y ocupada en los asuntos de nuestra historia, sus ojos se llenan de luz cuando escucha la posibilidad de editar un nuevo libro, va, insiste, toca puertas, busca sólo el trasmitir el conocimiento, que el paisano choyero (los nativos y los adoptados que se quedaron a ciruelear en El Mogote), se entere de los acontecimientos que han forjado esta tierra a través del tiempo, se busca que pase de mano en mano la historia legendaria de nuestra Antigua California, la auténtica California.

    Su alegato no es contra el tiempo, es a favor de la reivindicación del tiempo pasado, de aquellos lejanos días donde la evasiva península, le dio su bautizo de Sol y de espinas a los primeros europeos que pisaron estos parajes. A nuestra tierra le pusieron California por el mito, el de Calafia y las amazonas, el de las perlas, el del oro y la plata, de su letanía de paraíso en la Tierra, más parece de burla o ironía, pero era el desdén, nacido de la frustración, por no poder conquistar California; ellos, imparables conquistadores de esos lejanos días, que habían atravesado la “Mar Océano”, la Mar del Norte, arrodillando a los imperios mexicas, navegando las imponentes aguas de la desconocida Mar del Sur (Pacífico), se estrellaron de frente con un montón de piedras, desperdigadas en las arenas de “la tierra más mala del mundo”.[1]

    Historia no significa tanto el “pasado” en el sentido pleno de lo pasado, sino tener su origen en el pasado. Tener historia es estar dentro de un devenir, y porque tenemos una historia podemos seguir haciendo historia. Si hay un origen tenemos un punto de partida, y si bien California existía antes del nombre California, es tal palabra con la que englobamos una identidad. Como californianos también nos identificamos con Airapí, Añuiti, Guasinapí, Cadeú, Ligüi, Londó, Conchó, Chiriyakí, Kadakaman, Viggé, nombres estos de la antigua toponimia indígena, pero es California la palabra fundante de un sentido originario, en donde confluye un consenso de pertenencia como habitantes de esta península.



    La injusticia con que se ha tratado el nombre original de nuestra península, y nuestro Estado, ya raya en lo molesto. El tiempo le da la razón a Don Leonardo, y la razón le da la fuerza moral para seguir en su infatigable lucha, en la que no está sólo por supuesto, de seguir combatiendo la ignominia de acortar el nombre de nuestra península a “Baja” o de nuestro estado de Baja California Sur a “Baja Sur”.  En “Aconteceres de Baja California Sur” se perfila esta urgente cuestión, que nace de una necesidad de reconocimiento histórico para nuestra tierra que es California, si no les gusta a los “alteños”, es decir a los de la California estadounidense, pues que ellos se llamen Alta California o utilicen otro nombre que más les plazca para diferenciarse. La California original es mexicana y tenemos que hacer valer nuestro derecho histórico de no ser despojados de nuestro nombre, con el que se reconoce todo un pueblo, no “bajeños”, ni “sureños”, simplemente californios.

    La obra del profr. Leonardo Reyes Silva trata de temas que muchos han sucedido en un espacio y tiempo a veces ya muy remotos, pero eso no genera una lejanía con los acontecimientos, contar la historia es tener una historia, es poner al día las cuestiones donde se decide el futuro de nuestro pueblo; una vez puesta en nuestras manos, de nosotros depende cómo lo vamos a comprender, cómo lo vamos a asumir y cómo lo vamos a transmitir a un futuro.



    También la historia nos obliga a ser siempre actores, esa capacidad de actuación de la historia nos empuja y nos compromete, la vasta obra del profr. Leonardo es una historia de compromiso. Es una invitación a seguir construyendo un país más próspero, que de ninguna manera está confrontado con el progreso de la misma península de California. Nos toca seguir la trama en esta interminable lucha por la libertad y progreso de nuestro pueblo, hilar la vida nacional, la que discurre allá en el centro del país, con lo que nos toca hacer desde acá, y nuestro compromiso es mucho más porque tenemos que hacerlo precisamente desde acá, desde la lejana pero también mexicana California: no dudemos en que podemos hacerlo.

    Lo que aquí se cuenta es más que una simple historia, es una condición política de fondo, no de coyuntura que es la única que alcanzan a ver nuestros “políticos” en su estrechez de miras. Hablo de política en términos esencialistas, en cuanto al entendimiento de ésta como una actividad de observancia del bien común, hablo de esta cuestión política como un término de trascendencia, no es sólo “pasado” independiente del presente y el futuro, es parte de nuestra constitución como paceños y californianos, a sabiendas de esto no podemos ser omisos, en nosotros queda cómo hacemos valer la política californiana en este presente y en un futuro, que cada vez nos alcanza más rápido.

Gracias.
Luis D. Bareño
Cronista Municipal de La Paz




[1] Juan de Samaniego, vecino y regidor de la ciudad de Compostela (hoy Tepic, Nayarit) expresa esta frase en un interrogatorio, que se le hizo a él y a tres desertores, de la expedición de Hernán Cortés en 1535 en la cual se tomó posesión del Puerto y bahía de Santa Cruz (hoy La Paz). Archivo General de Indias, CDIAO, t. XVI, pp. 5-37. “Probanza Ad Perpetuam Rei Memoriam sobre la tierra del Marqués del Valle e indios que de la Nueva Galicia a ella llevaron. Autos entre Nuño de Guzmán y Hernando Cortés.”

miércoles, 3 de mayo de 2017

¿DÓNDE ESTABA SANTA CRUZ? 482 AÑOS DE FUNDACIÓN DE LA PAZ

HERNÁN CORTES Y LA FUNDACIÓN DE LA PAZ: AD PERPETUAM REI MEMORIAM (EN MEMORIA PERPETUA DEL SUCESO)



PARTE I: ¿DÓNDE ESTABA SANTA CRUZ? 

Por: Luis Domínguez Bareño
Cronista Municipal del XV Ayuntamiento de La Paz

"Por mi parte pienso que [Cortés], símbolo o antisímbolo, cuantas veces se quiera someter a un nuevo juicio a quien tantos juicios conoció en su vida, habrá que tomar asimismo en cuenta las perdurables consecuencias de sus afanes, expediciones y descubrimientos en la mar del Sur".

Dr. Miguel León Portilla

Demasiada tinta ha corrido sobre la posible (o imposible) fundación de nuestra ciudad de La Paz, incluso existe una disputa por la precisión de la mencionada fundación, tanto lingüística como geográficamente se busca rebatir la idea de fundación de lo que hoy es nuestra ciudad, más allá de los argumentos, curioso sería también llegar a conocer los intereses que se mueven detrás de la rebatinga revisionista que se ciñe sobre el hecho histórico del 3 de mayo de 1535. 

    Hay quienes alegan que, stricto sensu (en sentido estricto), fundar significa construir materialmente un lugar, por lo tanto y según este apretado razonamiento,  Hernán Cortés (Capitán General de la Nueva España y Marqués del Valle de Oaxaca) no puede llegar a ser considerado fundador de nada en nuestra península, pues no logró materialmente establecer pueblo o ciudad alguna. Incluso hay puristas de la terminología que aducen La Paz debería ser considerada fundada en 1823, por ser la fecha en que se “trazó la ciudad”, como si todas las ciudades nacieran por generación espontánea y precisamente con esa categoría de ciudades, sin un desarrollo histórico anterior. Sería interesante ver a quienes sostienen esta hipótesis explicarnos cómo es entonces que, desde su punto de vista, ciudades de la Alta California como San Francisco, Los Ángeles y San Diego, todas ellas fundadas entre 1770 y 1775, podrían llegar a ser anteriores a la existencia de La Paz, como si de La Paz no se hubieran embarcado la mayor parte de los materiales, bastimentos y ganado con que se fundaron y ocuparon esas poblaciones en la Alta California. En fin, me suena a una historia vuelta del revés, anacrónica, que en poco ayudaría a la comprensión de la ya de por sí olvidada, pero vital historia de nuestra Sudcalifornia, la California original.

    La otra disputa, la geográfica, es la que me parece tiene más sentido y resulta en extremo interesante pues ofrece más posibilidades de alcanzar una comprensión de la expedición de Cortés en términos más amplios; hay quienes mencionan (don Pablo L. Martínez y Orozco y Berra), que efectivamente Cortés nombra Puerto de Santa Cruz a un punto de lo que es la parte costera de la actual ciudad, esto es frente a la barra arenosa de El Mogote; hay otros historiadores (Paul Myers, Antonio Ponce Aguilar) que aseguran que el llamado Puerto de Santa Cruz donde desembarca Cortés es el actual puerto de Pichilingue; el siguiente lugar que se identifica como el posible desembarco es el lugar llamado precisamente Santa Cruz, el cual hoy en día es conocido como Las Cruces, donde se encuentra un hotel del mismo nombre, a un costado de una boca de arroyo grande que baja de la sierra de Las Cacachilas y está justo enfrente de la punta norte de la isla Cerralvo, según el historiador y funcionario municipal paceño de finales del siglo XIX y principios del XX, Adrián Valadés, ese es el lugar de la famosa llegada de Cortés, y sustenta su afirmación en la relación del capitán Otondo y Antillón que manda “poner una cruz en el cerrito cercano a La Paz” donde desembarca el 1 de abril de 1683, Valadés como señalamos, identifica el mencionado lugar como Santa Cruz (hoy Las Cruces) y declara que su dicho lo confirman también otros autores como el religioso e historiador Francisco Javier Clavijero (siglo XVIII) y el político francomexicano Urbano Lassepas (siglo XIX). Finalmente, otro autor como Marcou, afirma que Cortés llegó a donde habían muerto Fortún Jiménez y otros marineros que se habían amotinado, que tal lugar es lo que hoy se conoce como Ensenada de Muertos, una pequeña bahía a unos 60 kms. al sureste de la actual ciudad de La Paz y cerca del Valle de Los Planes.

    Esta riqueza interpretativa que ofrece nuestra California no es novedad, pues como afirmara el Dr. León Portilla, “la historia de las Californias es manantial de sorpresas”. Aprovechando pues esta riqueza de las fuentes, seguiré la narración sobre el sendero de la geografía histórica, dejando para otra ocasión los importantes (e interesantísimos) antecedentes del por qué llega a nuestra península ni más ni menos que el conquistador de México, Hernán Cortés. También obviaremos la discusión sobre el significado e intencionalidad de dichos avances españoles en el noroeste del continente americano, esto por ser una discusión mucho más extensa.

    Entonces, la aportación que puedo hacer en este pequeño espacio es algo tan simple como el seguir explorando las fuentes objetivas del conocimiento histórico, ahondando en la historia efectual que no se ha agotado del todo sino que, a nuestro parecer, termina ocultada por la preeminencia que ha tomado la disputa lingüística-revisionista del sentido de la “fundación” de La Paz; intentaremos fijar pues algunas apreciaciones basadas en el entendimiento de que, la fundación de La Paz, sea tratada como un objeto de conocimiento, dejando de lado alguna visión moralista e ideológica, que si bien alimenta cierto aire romanticista de los hechos, termina por fomentar el desconocimiento de nuevos posibles aspectos.

DOCUMENTO DE LA TOMA DE POSESIÓN DE SANTA CRUZ POR CORTÉS

    El auto de posesión que hace Cortés el 3 de mayo de 1535 del puerto y bahía de Santa Cruz no da pistas geográficas sobre la posible ubicación del lugar en las extensas costas del sur de la península californiana, pero si nombra a algunos de los personajes que atestiguaron dicho acto: el doctor Valdivieso, Alonso Navarrete, Fernán Darías de Saavedra, Bernardino del Castillo, el escribano Martín de Castro, Juan de Jasso y Francisco de Ulloa, estos dos últimos resultan de importancia para lo que veremos después; por cierto, en este auto de posesión, se informa que Francisco de Ulloa viaja con Cortés desde un principio a Santa Cruz, y no llega después en la nave que envía Juana de Zúñiga, la esposa del llamado Marqués del Valle de Oaxaca, tal como lo asienta un respetable historiador, como lo es el Dr. León Portilla, en su magistral obra “Hernán Cortés y la Mar del Sur”. Quien llega en la nave que envía la marquesa Zúñiga a Santa Cruz, muy probablemente es Antonio de Ulloa, maestre de campo de la expedición cortesiana que capitaneó Hernando de Grijalva en la nave San Lázaro en octubre 1533, que salió en aquel año del puerto de Santiago a la par que la fatídica La Concepción, nave capitaneada por Diego Becerra y quien resultó muerto, como mucho se ha contado, por Fortún Jiménez que después de su fechoría toma el control y descubre la costa sur de California, a la que llama isla de Las Perlas. Pero no vive para contarlo ya que es asesinado por los californios, sobreviviendo sólo dos tripulantes de esta nave amotinada, quienes llegaron a Sinaloa y dieron cuenta de estos trágicos sucesos.

    Otro importante y muy conocido documento, es la carta que envía Cortés desde Santa Cruz el 14 de mayo de 1535 y que puede ser considerada históricamente la primera carta que se envía desde California (sabrá Dios en qué servicio de mensajería se llevaría esa carta a su destino, pero esa es la fecha que señala) y lleva por destinatario al que es considerado fundador de Guadalajara, Cristóbal de Oñate, que en ese tiempo era uno de los capitanes de Nuño Beltrán de Guzmán, Gobernador de la Nueva Galicia y enemigo acérrimo de Cortés.

CARTA A CRISTOBAL OÑATE EL 14 DE MAYO DE 1535

    Esta primera carta californiana de la historia es importante para entender el derrotero de Cortés. En ella señala aspectos geográficos importantes que se verán plasmados en el primer mapa que se elaboró de las nuevas tierras; Cortés menciona que en primero de mayo avistaron la tierra y por ver unas sierras que les parecieron las más altas las nombró Sierras de Sant Felipe; ese mismo día, cerca de esas tierras descubrieron una isla que llamaron de Sanctiago (actual isla Cerralvo) y luego vieron otras dos: la Sant Miguel (hoy Espíritu Santo) y la Sant Cristóbal (hoy San José).

   También este documento tiene una referencia importante a las condiciones meteorológicas, donde Cortés habla que hizo 16 días de navegación “por las muchas calmas y tiempo contrario” (autores modernos creen que "tiempo contrario" se refiere a tormentas, cosa errónea pues el sentido de la oración, en este caso, es viento contrario) lo cual quiere decir que nunca tuvo viento a favor para cruzar el Golfo de California. Por la experiencia marinera que se conoce de la zona (y agradezco al experimentado marinero Rubén Villareal la información), es muy posible que las calmas las encontrara justo al salir con sus navíos de Chiametla (un punto que se encuentra justo en la desembocadura del hoy conocido como río Baluarte, entre dos lagunas al noroeste de la actual ciudad de Escuinapa, en el extremo sur del hoy estado de Sinaloa) y los vientos contrarios los hallase justo al acercarse al “canal de San Lorenzo” el cual se extiende por toda la costa de la pequeña península donde hace punta actualmente la playa El Tecolote; dicho canal se forma desde la bahía paceña, con la corriente que entra del norte y baja pegada a la costa, haciendo un cambio hacia el este en Punta León (el arrastre de sedimento de dicha corriente es la que ha propiciado la formación de la barra arenosa de El Mogote frente al puerto paceño), llevando la corriente a salir de la bahía justo en el canal entre la isla Espíritu Santo y la punta de El Tecolote. En este punto del canal de San Lorenzo, tanto la corriente como el viento empujan hacia el sureste con fuerza la mayor parte del año, resultando dificultosa la navegación en el canal entre la zona de la península y la isla Cerralvo con mareas fuertes y oleaje elevado. También el “zig-zag” con el que se movía un navío impulsado por velas en esa época, hace muy complicado que Cortés se internase en el canal de San Lorenzo justo frente a Cerralvo.

   En esta misma carta del 14 de mayo a Oñate, también se puede leer que Cortés prácticamente justifica el no escribir sobre la tierra encontrada. Esta parte de la posible explicación sobre la tierra, en la carta, desgraciadamente se encuentra rota, pero por la paleografía realizada sobre ella y haciendo un ejercicio de contextualización podemos, de alguna manera, completar el sentido que subyace en la misma, dice:

“No os escribo de la manera y disposición desta tierra porque no he salido a [roto] de despachar estos navíos por la gente y caball…[roto] hemos visto mucha gente y algunos han venido…[roto] mucha cantidad de perlas y pesquerías…[roto] hallado en partiéndose estos navíos entraré la tierra…[roto] vuelta que vuelvan habrá más noticia del secreto della y más lugar para poderos hacer relación de lo que hubiéremos visto”.
    En estos primeros 11 días en Santa Cruz, Cortés deja ver que no ha recorrido la tierra aún, es decir han permanecido sin hacer entradas, confinados a la playa que tomaron posesión. La gente que vieron no sabemos con certeza si fueron californios guaycuras o pericúes, pues la parte que ocupa la ensenada de la actual ciudad de La Paz y la pequeña península a su parte oriente, por las crónicas jesuitas del siglo XVIII, sabemos que era una zona de disputa entre distintas bandas de guaycuras (aripes, huichitíes) y los pericúes (isleños, coras). Por la fecha de llegada de los españoles, que es la estación más seca de la de por sí seca geografía peninsular, era muy posible que los californios no se encontraran cercanos a la playa, sino remontados en las serranías donde se hallan los aguajes y oasis. Debió ser grande la novedad para los californios -y por supuesto que la fue- para haber “bajado” a la playa de Santa Cruz a ver a estos exploradores y sus naves que debieron resultarles muy raros personajes.

UNA DE LAS PLAYAS QUE ESTÁN EN LA PUNTA QUE DOBLA CORTÉS

    Extraña ver que Cortés exponga de manera tan abierta la existencia de “muchas perlas” a Oñate, quien era uno de los capitanes de su acérrimo rival Nuño de Guzmán, pudo ser el desquite por los agravios de Nuño a las exploraciones cortesianas en la Mar del Sur; no sólo le presumía que había tomado posesión de una nueva tierra, sino que también era necesario echarle en cara que la tierra era rica en perlas. Lo de la “mucha pesquería” también resulta extraño, pues si había tanto alimento en el mar ¿Cómo fue posible que pocas semanas después ya estuvieran muriendo de hambre?

    Cuando señala que “hallado en partiéndose estos navíos entraré la tierra” hace notar Cortés que, antes de comenzar las entradas para el reconocimiento de la tierra adentro, su interés principal era despachar los navíos; ¿Cuál era el objetivo de este despacho? ir por la gente que había quedado en la contracosta. Sabemos que eran 320 personas las que se pretendía trasbordar hasta la desconocida “isla de perlas”. Una vez confirmándose su existencia en esta primera exploración que se tomó posesión, las naves regresan a Chiametla por esa gente que quedó a cargo de Andrés de Tapia; las embarcaciones San Lázaro y la Santo Tomás son las encargadas de hacer esta travesía, la San Lázaro aprovechando el viaje fue cargada con carne, bizcocho y otros bastimentos, pero de regreso a Santa Cruz quedó encallada frente a la costa de Jalisco, sus ocupantes desistieron de la expedición y decidieron regresarse a México, abandonando la nave.

   La nave Santo Tomás accede a un lugar llamado Guayabal, que se ubica en la actual costa central de Sinaloa. Para estas alturas, ya la gente que se había quedado en Santa Cruz tiene ya grandes padecimientos, incluso el cronista Bernal Díaz señala que ya habían muerto 23 de dolencias y hambre, y los que quedaban con vida “maldecían a Cortés, su isla y descubrimientos”. Bajo esta situación desesperada y la tardanza del retorno de las naves, Cortés decide ir a buscarlas en el navío que le quedaba, se fue con 60 hombres de Santa Cruz, algunos de ellos carpinteros, calafates y herreros con su respectivos hierros y fraguas pensando en que habría necesidad de hacerle reparación a las naves que no volvían. De aquí en adelante los cronistas nos dan exacta relación del viaje de Cortés, su encuentro con su otra nave al norte de Sinaloa (posiblemente la bahía de Topolobampo) cayendo a San Miguel (provincia de Culiacán) compra novillos, puercos, ovejas, maíz y granos a distintos precios pagando con “castellanos de oro”.

MAPA CON LA RUTA DE CORTÉS A SANTA CRUZ EN 1535 SEGÚN EL DR. LEÓN PORTILLA

    Lo que se puede echar de menos en estas narraciones es la ubicación temporal de las mismas. Desde la última carta de Cortés, el 14 de mayo de 1535, no tenemos mención de otra fecha que nos indique cuándo se realizaron todos estos trabajos en el recién descubierto golfo que después se llamaría de California. Pero lo que sí nos ofrecen los cronistas [López de Gómara (1553) , Bernal Díaz del Castillo (1575) y Antonio Herrera (1601)], es una clara descripción geográfica del lugar donde Cortés busca encontrar de regreso Santa Cruz y del cual, definitivamente podemos aseverar que es un lugar ubicado en la actual bahía (ojo, bahía, no ensenada) de La Paz.

    Cuando Cortés regresa con el cargamento de comida de la contracosta sinaloense, tiene un desafortunado percance donde muere el piloto del navío (Antonio Cordero), siendo el mismo Cortés quien debe pilotear. En este punto seguimos al cronista López de Gómara, quien narra que la nave ya se dirigía a la península, y se acercaba a la isla de Santiago (hoy Cerralvo) cuando le dio un noroeste muy recio que no le permitió continuar a la bahía de Santa Cruz, lo que hace es acercarse a la isla para protegerse de los vientos, llevando siempre la ruta pegada a tierra, y fondeado, avanza buscando un lugar a propósito para hacer aguada, encontrándolo en un arenal que debe ser la única playa que ofrece a propósito de desembarcar Cerralvo entre sus peñascos meridionales,  es una playa en la punta suroeste de la isla. Ahí, se afirma que cargó 8 pipas de agua; calmándose el noroeste se vuelve a enfilar a Santa Cruz, navegó hasta la isla de Las Perlas (hoy Espíritu Santo), en esta parte se calmó el viento, para luego que refrescó otra vez el noroeste, poder entrar en la bahía de Santa Cruz; enseguida se habla de que, por ser estrecho el canal y por la fluctuación de mareas, tuvo que entrar con sumo cuidado.

    “tornaron a hacer vela entre la isla y tierra firme” señala sobre este pasaje el cronista Antonio de Herrera, lo que sigue en la narración es muy importante, pues de Herrera señala “casi a la vista de la Isla de Santa Cruz calmó el tiempo” cosa que afligió mucho a Cortés pues “media hora más que le hubiese durado el viento” le alcanzaría para “doblar una punta” donde ya “lo podrían ver la gente que había dejado en el puerto”. Estas descripciones son contundentes, y nos dan a pensar que el canal que cruzó Cortés es el de San Lorenzo, justo entre el sur de la actual isla de Espíritu Santo y la punta de la pequeña península al este de la actual ciudad de La Paz, que en su frente hacia Espíritu Santo hoy se le conoce a las playas como Balandra, El Tecolote, Las Pilitas y El Pulguero.


    “Pero quiso Dios en todos estos peligros favorecer al Marqués” que dentro de una hora volvió el tiempo [entiéndase viento] y pudo doblar la punta, así por fin “la gente viendo la nao se alegró mucho”. Llega de noche Cortés a la boca del canal del puerto, pero tuvo que esperar hasta en la mañana que subiese la marea para poder introducirse al canal, que era muy angosto y medía más o menos una legua, ingresó en el canal pero el agua menguó y el navío que iba muy cargado se sentó sobre un ancla, hubo que esperar otro ascenso de la marea para poder por fin alcanzar el puerto de Santa Cruz o lo que hoy conocemos como puerto de Pichilingue. De estos fuertes vientos del noroeste podemos apuntar que comienzan a finales de otoño y se prolongan durante el invierno en la Bahía de La Paz, por lo que este retorno de Cortés a Santa Cruz debemos ubicarlo en fecha de finales de 1535 o principios de 1536.

MAPA DE PONCE AGUILAR CON LA RUTA DE CORTÉS, LA FLECHA ES LA RUTA CORRECTA DE CORTÉS EN LA PARTE ENTRE EL NORTE DE CERRALVO Y SANTA CRUZ

    Tanto Gómara como de Herrera insisten en llamarla “isla de Santa Cruz”, el autor del mapa moderno que vemos y que trazó esta ruta posible de lo que narramos, Antonio Ponce Aguilar, cree que estos cronistas se equivocan al nombrarla como “isla de Santa Cruz”. Lo que parece ignorar Ponce Aguilar es que, efectivamente, en su trazo original la franja de tierra que hace pequeña bahía con Pichilingue era una isla, para ser más precisos era isla San Juan Nepomuceno, y fue hasta el siglo XX que el canal se terraplenó en su parte norte y se unió la isla a tierra firme. También Ponce Aguilar insiste en que la ruta de Cortés fue hasta el norte de la isla Partida para después caer a Santa Cruz, un rodeo a todas luces imposible si seguimos lo que los antiguos cronistas aseguran que “con media hora más de viento, el marqués doblaría la punta de tierra firme”, es claro que Cortés entró por el canal marítimo de San Lorenzo y estaba consciente que la tierra firme le quedaba al sur junto con Santa Cruz y la isla de Las Perlas al norte, ruta que hasta la fecha es la que siguen los barcos que zarpan de Pichilingue para salir de la bahía de La Paz y dirigirse al macizo continental. 

   Hasta aquí dejaría esta primera parte para continuar, en la semana, con el resto de la narración que es donde abordaremos las entradas por tierra desde Santa Cruz y las instrucciones que daba Cortés para ello, también recogemos las opiniones que expresaron los hombres de Cortés sobre lo que vieron y experimentaron en California.


VISTA DEL ACTUAL PUERTO DE PICHILINGUE