domingo, 13 de marzo de 2016

MÁRQUEZ DE LEÓN Y EL COMETA DE 1882

   Por: Luis Domínguez Bareño

    Manuel Márquez de León (1822-1890) es uno de los más extraordinarios hombres que ha dado la península californiana, no por nada sus restos se encuentran en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres en la ciudad de La Paz. Allende las andanzas políticas, militares, todas ellas grandiosas y fortuitas para la nación, Márquez de León poseía una inquietud que según sus palabras, buscaba trascender en el tiempo, ideas suyas que pretendía no se perdieran en el polvo del sepulcro, por eso escribió y dio a imprenta, cinco años antes de su muerte, un libro suyo conteniendo pensamientos y que tituló "en mis ratos de soledad".

  Dicho libro habla sobre una variedad de temas que interesaba compartir el general Márquez, de hecho explica, deberían ser dos libros, pero al encontrarse en condiciones tan adversas le era imposible mandar a imprenta uno y dejar para después el segundo; resuelve fusionarlos en un sólo texto, también incluye cinco cartas que, según menciona, las escribió a Camille Flammarion ( 1842-1925) un científico francés muy connotado en la época y con el cual Márquez se sentía afín en pensamiento científico y sentimiento teológico. Dichas cartas las elabora cuando se encontraba en el Rancho de Los Algodones, a orillas del Río Colorado, donde acampaba en 1880 mientras continuaba desesperadamente su lucha por darle seguimiento a la malograda Revolución de El Triunfo, la cual debía derrocar a Porfirio Díaz de la Presidencia de México. No conocemos hasta el momento en qué forma Márquez hizo llegar o pretendió hacer llegar dichas cartas hasta Francia al científico Flammarion, no lo explica. Pero afortunadamente en el libro En mis ratos de soledad recupera las cartas, las cuales envía en el año de 1883 al director del periódico “La República” para que sean publicadas.

   En ese último año, Márquez de León continúa en su destierro en San Francisco, California, tal como lo empezó desde 1880 en que no pudo regresar ya a México por miedo a ser apresado por el gobierno de Díaz, pues éste lo había declarado fugitivo desde que Márquez y su gente se levantarán en armas el 22 de noviembre de 1879 en El Triunfo, tomarán La Paz, expulsaran a las fuerzas federales a Sinaloa, nombrara a Clodomiro Cota gobernante, tomando bajo su poder la península bajacaliforniana durante varias semanas. Si bien Márquez manifiesta en 1880 a Flammarion que es pobre y no tiene telescopio[1], las cosas ya son algo distintas para 1883 pues Márquez estaba inmerso en un proceso de indagación científica donde se disponía a hacer aclaraciones a sus escritos; menciona precisamente que ya ha podido realizar observaciones a través de telescopio y redacta unas “adiciones  a la teoría de la luz”, donde afirma:

     Otra vez, observando a la simple vista uno de los más hermosos cometas que puede registrar en sus anales la astronomía, contemplaba extasiado la inmensa esfera gaseosa de que estaba rodeado su núcleo, sobre el cual obraba la luz del Sol, vigorizando la de aquel cuerpo cósmico cuyos rayos se prolongaban en dirección opuesta al padre del día, para formar esa larguísima cauda que prestaba singular belleza a la bóveda celeste. Posible me parecía que esas moléculas iluminadas de la atmósfera vaporosa del cometa, no pudieran trasmitir su débil luz, pero no concebía como siendo vibraciones del éter, no se extendieran en ondas esféricas.[2]

     Por la fecha de escritura de las “adiciones a la teoría de la luz” (posterior a febrero de 1883 pero no después de 1885) es posible colegir que Márquez habla del paso del Cometa de 1882. Dicho meteoro estelar pertenece a un grupo de cometas denominados “los rasantes del Sol Kreutz”, que tienen la característica de que su órbita los lleva en cierto momento a pasar muy cerca del Sol, se cree que el de 1882 es de los fragmentos del gran cometa que observó a simple vista Aristóteles, en el año 371 A.C.



   En los primeros días de septiembre de 1882 el Cometa comenzó a ser observado, incluso fotografiado como vemos en la imagen tomada por David Gill desde Sudáfrica. Se afirma que fue aumentando tanto su brillo que, después de unos días, ya fue posible observarlo de manera sorprendente en el cielo diurno. Márquez fascinado por dicho acontecimiento, nos dejó testimonio de ello, de un sudcaliforniano observando y haciendo anotaciones científicas sobre el paso de un cometa en Estados Unidos. Durante el mes de octubre de ese año el cometa se fragmentó en dos partes, y luego en cuatro partes, estas partes separándose del núcleo del meteoro hacían que la luz que arrojaba hacia la Tierra se extendiera de manera caprichosa en un haz de luz no a la manera de la cola tradicional, sino haciendo enorme el espectro de luz en un espacio mucho más alargado, por eso Márquez estaba extasiado siguiendo “la inmensa esfera gaseosa” que  pesar de parecer tener esa forma la luz “no se extendía en formas esféricas”.


    “Pocas noches después hacía otras observaciones…se dibujaba en el vapor un cometa tan perfecto, con su núcleo y su larga cola.”[3] Así continuó Márquez en los siguientes días haciendo observaciones de la luz y del cometa en diferentes posiciones y lugares, utilizaba para sus propósitos las lámparas públicas, la espesa niebla de San Francisco, en fin, cualquier herramienta que le fuera útil a sus observaciones astronómicas. Al otro lado del mundo, en Ciudad del Cabo, el británico David Gill fotógrafo del cometa, se regocijaba en la apreciación del fenómeno, diciendo que “es un objeto indefinido de gloria dorada…de una belleza tal que no lo puedo describir”.[4]


   El cometa también fue visto en Australia, Nueva Zelanda, Guinea, Argentina, Brasil, Francia, España, un sinfín de lugares, y Márquez al unísono del asombro mundial coincidía en los comentarios por el meteoro que afirmaba “prestaba singular belleza a la bóveda celeste”. Quizá estas apreciadas observaciones dieron un momento de felicidad enorme, de alimento intelectual al General Márquez de León, lo cual de seguro le hacía olvidar el duro destierro al que se le había sujetado; en esos instantes de observación y entrega a la ciencia los dolores de las batallas pasadas se minimizaban, más importante era dejar una constancia y, así, legarnos a sus compatriotas, las maravillas de la naturaleza descritas en una obra. El cometa de 1882 se quebró en muchos pedazos que quién sabe cuando vuelvan por estos rumbos del Universo. El legado de Márquez sigue íntegro, sólido, presente en cada momento de nuestra historia, así es precisamente como lo humano, muchas veces, trasciende su propia naturaleza.







[1] Manuel Márquez de León, En mis ratos de soledad. Pensamientos filosóficos, Gobierno del Estado de Baja California Sur/CONACULTA, México, 2014, pág. 147.
[2] En mis ratos…op. Cit., pág. 160.
[3] Idem.
[4] http://www.planetas-planetas.com/COMETAS.htm (Visitado el 12 marzo de 2016)

lunes, 7 de marzo de 2016

DE BON JOVI Y LA REALEÑA DE SAN ANTONIO

 



Andando en el pueblo de San Antonio el pasado 5 de marzo me tope con una parte de la historia moderna del pueblo realeño. Un pueblo pictórico de nuestro sur paceño, al pie de la cordillerita de la para nosotros imponente Sierra de La Laguna.

   Eran cerca de las 9:30 de la mañana que llegamos a la Plaza del pueblo, como cada cinco de marzo desde hace varios años saludo en ese día a don Manuel Márquez de León, regularmente lo hago en algún momento en el transcurso del día que logro escabullirme de mis obligaciones de trabajo para ir a la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres; este año fue diferente pues ahora, como parte de mi jale de cronista, tuve que ir hasta el mero Real de San Antonio a rendirle su merecidísimo homenaje al General. El caso es que el evento iba a empezar a las diez de la mañana; ya estaba la banda de guerra y escolta del ejército presente, de marcial y kantiana puntualidad como siempre. Mis compañeros bajan bocinas, micrófonos, aparatos de sonido, yo me agarro la ofrenda floral de la camioneta y la llevo al pie del busto del General Márquez, saludo y paso revista frente a su silueta y en eso me pongo a tomar fotos del lindo pueblito.



   dirigendo el rumbo por la calle del sur de la plaza, saco algunas fotos de la iglesia, paso a la banqueta del museo, ambos se encuentran cerrados y sigo bajando hacia el arroyo, le doy la vuelta al palmar tomando fotos y repito esa acción mientras imagino la historia centenaria de esas paredes aún de pie, vestigios aferrados de un pasado que aún lucha por ser. Mientras sigo disfrutando la mañana y embebido en el paisaje pierdo la noción del tiempo y, por inercia retorno el paso de vuelta a la plaza. Como no me encontré con nadie del pueblo en mi matinal caminata, siento la necesidad de acercarme a la doñita que veo barriendo la calle afanosamente, afuera de la tienda "La Realeña", rápido siente mi presencia y me saluda sonriendo, un apretón de manos y me presento: "buenos días, soy Luis, vengo de La Paz...", la señora me dice que ella se llama Guadalupe y vive en esa esquina atendiendo su negocio de tienda y ultramarinos desde hace muchos años.  Termina de hablar y se queda venteando como oliéndoselas de que soy bien mitotero. Como doña Guadalupe ya lo sospechaba, y yo presentía que lo sospechaba de que soy bien metichi, le cante las cosas derechas para confirmar con hechos: "doña Guadalupe cuénteme una historia de su pueblo"; se le iluminaron los ojos y ni terminaba de dibujar su gran sonrisa cuando me dice "¿sabías que aquí en mi tienda se tomó una foto el Bon Jovi para su portada de disco?, ni bien me había dejado reaccionar cuando remata con un "verás orita vengo, no te vayas a ir".


   Yo, pensando que doña Guadalupe tenía algunos afanes que realizar en la tienda, la seguí para no hacerla venir de nuevo hasta fuera y descuidara sus labores. Entro a la tienda y no la veo, de repente empiezo a grabar con la tablet esperando no perder palabra de lo que me fuera a decir: en eso volteo y la tengo detrás de mi diciendo "apágate eso y vente pa´fuera, porque lo que te tengo que explicar solito se explica afuera". Obedezco al instante y nos regresamos a la entrada de la tienda, pero ahora por la calle lateral, la que topa en la plaza. Me acerca la portada del disco y pues sí, es el Bon Jovi de hace 20 años en su disco "These Days".




   EL objetivo de colocar el disco justo en el centro de la calle, según yo era reproducir la imagen tal y como aparece en la portada de hace 20 años. Por la prisa y por el hecho de que tuve que sostener el aparato para tomar la imagen y sostener la portada del disco al mismo tiempo, no me percate que para que quedara exactamente el mismo cuadro debía colocarme aún un poco más detrás; si se fija uno arriba del bato que está a la derecha (no conozco los nombres de los integrantes de la banda de Bon Jovi) se encuentran dos ventanales, efectivamente aún existen esos dos ventanales, aunque en la foto actual sólo sale uno, del lado derecho se aprecia la tienda de doña Guadalupe "la Realeña", ella me comenta que el letrero con el nombre de la tienda antes estaba en el lugar que aparece en la portada del disco pero que su hermana pintó una vez la tienda y en el cambio el letrero quedó ahora más hacia la derecha, justo encima de la marquesina de la ventana de la tienda, la cual es idéntica a la de la portada "bon-jovinesca". Algo que tampoco es igual, aunque sí afín, es el letrero de la famosa marca de la bebida espirituosa-ambarina de refrescante y amargo sabor. Yo por esa fecha de mediados de los noventa´s no pistiaba todavía, pero si recuerdo ese logotipo de la cerveza de esas fechas pues es una cosa omnipresente en estos secos y calurosos lugares; obvio que el logotipo ha evolucionado y es el cambio que se demuestra en la pared hoy en día. Otra cosa que cuadra son los árboles al fondo de la foto, son los que están en la plaza del pueblo, la palma de la derecha sigue ahí; el árbol de enmedio no sé cuál sea pero se me afigura que es uno de esos llamados pinos salados que crecen mucho en los arroyos de nuestra sudcalifornia, en la foto de hace 20 años se observa más frondoso; en la actualidad se observa menos ramoso y extenso, seguramente el Odile le puso una buena podada hace unos meses, ya es ganancia que siga de pié. Algo que no estaba hace veinte años, y que es visible hoy en día, son los postes de luz, o quizá de la línea telefónica, que se observan en cada esquina de la calle.


    En la contraportada del disco es donde Bon Jovi nos falló, ¿cómo osa tomarse fotos para su disco en nuestra tierra y no dar la referencia correspondiente? crimen de lesa choyeridad, casi tan grave como decir "Baja Sur". En los créditos especifica, con santo y seña quiénes, cómo y cuándo se realizó el disco, se menciona la mezcla en Los Ángeles, la digitalización en Nueva York, la grabada de disco en Nashville, Tennessee, Nueva Jersey y Hollywood pero nada de la foto de la portada en San Antonio, Baja California Sur. Hay más fotos de lugares sudcalifornianos en el disco, hay una donde un integrante se encuentra recostado en el chasis de un auto yonkeado, esa imagen fue tomada en El Triunfo, al final hay una foto de toda la banda en un bar, se afirma que es un bar de Los Barriles. Todo esto lo sabe doña Guadalupe porque lo ha investigado, ella nunca imaginaba que, aquella mañana de 1995, le estaba sirviendo el desayuno y el café a un grupo de rockeros tan famosos y menos que utilizarían la foto de la calle de su tienda para la portada de su quinto disco.

   La señora Guadalupe afirma que fue el propio Bon Jovi quien después le hizo llegar el disco, también venían un póster y una película que nunca llegaron a sus manos. Al final Guadalupe se ocupa y me deja con el disco de Bon Jovi en las manos; regresa mi noción del tiempo y, volteando a la plaza, me percato que la ceremonia de Aniversario de Natalicio de Don Manuel Márquez de León ya ha comenzado. Me perdí el comienzo del evento, ni modo, una cosa por otra. En mi curiosidad gané una historia extraordinaria de un pueblo de gente extraordinaria. Espero regresar algún día y seguir platicando sobre la historia de la portada del quinto disco de Bon Jovi.