Presentación del libro “Aconteceres de Baja
California Sur”, edición del XV Ayuntamiento de La Paz, autor: Profr. Leonardo
Reyes Silva
Museo de Historia Regional, La Paz, Baja
California Sur, 25 mayo 2017
El
profesor Leonardo Reyes Silva ya camina despacio, pero su mente sigue acelerada
y ocupada en los asuntos de nuestra historia, sus ojos se llenan de luz cuando
escucha la posibilidad de editar un nuevo libro, va, insiste, toca puertas,
busca sólo el trasmitir el conocimiento, que el paisano choyero (los nativos y
los adoptados que se quedaron a ciruelear en El Mogote), se entere de los
acontecimientos que han forjado esta tierra a través del tiempo, se busca que
pase de mano en mano la historia legendaria de nuestra Antigua California, la
auténtica California.
Su alegato no es contra el tiempo, es a
favor de la reivindicación del tiempo pasado, de aquellos lejanos días donde la
evasiva península, le dio su bautizo de Sol y de espinas a los primeros
europeos que pisaron estos parajes. A nuestra tierra le pusieron California por
el mito, el de Calafia y las amazonas, el de las perlas, el del oro y la plata,
de su letanía de paraíso en la Tierra, más parece de burla o ironía, pero era
el desdén, nacido de la frustración, por no poder conquistar California; ellos,
imparables conquistadores de esos lejanos días, que habían atravesado la “Mar
Océano”, la Mar del Norte, arrodillando a los imperios mexicas, navegando las
imponentes aguas de la desconocida Mar del Sur (Pacífico), se estrellaron de
frente con un montón de piedras, desperdigadas en las arenas de “la tierra más mala del mundo”.[1]
Historia
no significa tanto el “pasado” en el sentido pleno de lo pasado, sino tener su
origen en el pasado. Tener historia es estar dentro de un devenir, y porque
tenemos una historia podemos seguir haciendo historia. Si hay un origen tenemos
un punto de partida, y si bien California existía antes del nombre California,
es tal palabra con la que englobamos una identidad. Como californianos también
nos identificamos con Airapí, Añuiti, Guasinapí, Cadeú, Ligüi, Londó, Conchó, Chiriyakí, Kadakaman, Viggé, nombres
estos de la antigua toponimia indígena, pero es California la palabra fundante
de un sentido originario, en donde confluye un consenso de pertenencia como habitantes
de esta península.
La injusticia con que se ha tratado el
nombre original de nuestra península, y nuestro Estado, ya raya en lo molesto.
El tiempo le da la razón a Don Leonardo, y la razón le da la fuerza moral para
seguir en su infatigable lucha, en la que no está sólo por supuesto, de seguir
combatiendo la ignominia de acortar el nombre de nuestra península a “Baja” o
de nuestro estado de Baja California Sur a “Baja Sur”. En “Aconteceres de Baja California Sur” se
perfila esta urgente cuestión, que nace de una necesidad de reconocimiento
histórico para nuestra tierra que es California, si no les gusta a los
“alteños”, es decir a los de la California estadounidense, pues que ellos se
llamen Alta California o utilicen otro nombre que más les plazca para
diferenciarse. La California original es mexicana y tenemos que hacer valer
nuestro derecho histórico de no ser despojados de nuestro nombre, con el que se
reconoce todo un pueblo, no “bajeños”, ni “sureños”, simplemente californios.
La
obra del profr. Leonardo Reyes Silva trata de temas que muchos han sucedido en
un espacio y tiempo a veces ya muy remotos, pero eso no genera una lejanía con
los acontecimientos, contar la historia es tener una historia, es poner al día
las cuestiones donde se decide el futuro de nuestro pueblo; una vez puesta en
nuestras manos, de nosotros depende cómo lo vamos a comprender, cómo lo vamos a
asumir y cómo lo vamos a transmitir a un futuro.
También la historia nos obliga a ser siempre actores, esa capacidad de
actuación de la historia nos empuja y nos compromete, la vasta obra del profr.
Leonardo es una historia de compromiso. Es una invitación a seguir construyendo
un país más próspero, que de ninguna manera está confrontado con el progreso de
la misma península de California. Nos toca seguir la trama en esta interminable
lucha por la libertad y progreso de nuestro pueblo, hilar la vida nacional, la
que discurre allá en el centro del país, con lo que nos toca hacer desde acá, y
nuestro compromiso es mucho más porque tenemos que hacerlo precisamente desde
acá, desde la lejana pero también mexicana California: no dudemos en que
podemos hacerlo.
Lo
que aquí se cuenta es más que una simple historia, es una condición política de
fondo, no de coyuntura que es la única que alcanzan a ver nuestros “políticos”
en su estrechez de miras. Hablo de política en términos esencialistas, en
cuanto al entendimiento de ésta como una actividad de observancia del bien
común, hablo de esta cuestión política como un término de trascendencia, no es
sólo “pasado” independiente del presente y el futuro, es parte de nuestra constitución
como paceños y californianos, a sabiendas de esto no podemos ser omisos, en
nosotros queda cómo hacemos valer la política californiana en este presente y en
un futuro, que cada vez nos alcanza más rápido.
Gracias.
Luis D. Bareño
Cronista Municipal de La Paz
[1] Juan de Samaniego, vecino y regidor de la ciudad de Compostela (hoy
Tepic, Nayarit) expresa esta frase en un interrogatorio, que se le hizo a él y
a tres desertores, de la expedición de Hernán Cortés en 1535 en la cual se tomó
posesión del Puerto y bahía de Santa Cruz (hoy La Paz). Archivo General de
Indias, CDIAO, t. XVI, pp. 5-37. “Probanza
Ad Perpetuam Rei Memoriam sobre la tierra del Marqués del Valle e indios que de
la Nueva Galicia a ella llevaron. Autos entre Nuño de Guzmán y Hernando Cortés.”
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